domingo, 5 de junio de 2011

Parte 18

-Ustedes quédense ahí - les dijo Sckaifer a Aurinko, Wasser y Bran.
- Pero... - comenzó Aurinko.
- No quiero arriesgarlos a ustedes también - dijo tajante, Sckaifer y siguió avanzando junto a Flay y el Sr. Banana. - Creo que deberías quedarte también... 
- ¡No! - refutó Flay. - Yo voy.
Sckaifer dio un suspiro..lo pensó un momento y dijo:
- Está bien... creo que tengo un plan. Pero el Sr. Banana se queda. Y antes quiero preguntarte algo...
Siguieron descendiendo por la colina, esquivando arbustos, troncos caídos y grandes rocas hasta llegar al nivel del río, donde estaban los piratas.
- Disculpe, señor - le dijo Sckaifer en un tono muy tímido al que parecía el capitán de los piratas.
- ¿Eh? ¿Quién eres tu? - respondió el pirata desde arriba del submarino.
- Solo soy un pueblerino, señor - contestó Sckaifer en un tono aún más tímido, bajando un poco la mirada y evitando los ojos del pirata. - Me preguntaba si... pudiera venderme esa pluma.
- Jajaja ¿estas bromeando, muchacho? - se burló el pirata. - Esta pluma no está en venta - añadió con un tono de desdén - y aún si lo estuviera, no podrías pagarla. Solo mira la ropa que traes, se nota que no podrías pagar ni un buen trozo de pan.
Sckaifer había tomado varios terrones antes de llegar a donde pudieran verlos los piratas y se había manchado tanto como pudo con ellos.
- ¿Por qué no está en venta, señor? - dijo Sckaifer, aún fingiendo el tono de timidez.
- Eso no es de tu incumbencia, chiquillo. - dijo el capitán dándose la vuelta y comenzando a caminar.
- ¡Por favor! Tengo unas cuantas monedas... necesito esa pluma para mi hermana.
El pirata volvió a verlo y dio un atisbo de sonrisa maliciosa.
- Pronto será su boda y esa pluma sería un regalo perfecto - continuó Sckaifer.
- ¡Ja! ¿Usar ésta pluma como regalo, dices?
- Sí, señor, se la llevaré a mi madre para que haga un hermoso vestido.
- Ésta pluma no es una pluma cualquiera, es una pluma mágica, ¡ignorante!
- ¿Mágica? - preguntó Sckaifer, fingiendo desconcierto tanto como pudo.
- ¡Por supuesto! - respondió el pirata con un aire glorioso. - Es mi última adquisición.
- No se ofenda, señor, pero creo que lo han estafado.
- ¡¿Cómo dices?! ¿tú qué vas a saber de artefactos mágicos, mugroso? - bramó enojado el capitán.
- Bueno, es cierto que no soy un experto en magia, señor, pero sí sé de aves y esa que tiene en sus manos es una pluma de un colirrojo gigante. Es muy común en las tierras del oeste. Eso lo he aprendido de mi abuelo, que en paz descanse. Toda mi infancia la he pasado aprendiendo sobre las criaturas de la naturaleza y a mis ojos esa no es más que una pluma hermosa pero no mágica.
 La sonrisa maliciosa del pirata volvió a aparecer y dijo:
- Si tanto quieres esta pluma... gánatela.
- ¿Cómo, señor? 
- Jugando contra mí. Si ganas, obtendrás la pluma, si yo gano... - sus ojos brillaron con perversidad - me quedaré con tu dinero y tus servicios.
- De acuerdo - dijo Sckaifer después de varios segundos para aparentar que dudaba. - ¿Será algo en el río? - añadió fingiendo un tono de preocupación disimulada mediocremente.
- ¡Calla! Yo decidiré lo que jugaremos - espetó el pirata de nuevo con esa sonrisa despreciable. - La competencia consistirá en dos partes, la primera será una carrera siguendo el curso del río, hasta la cueva de las ninfas. Llegando ahí, la segunda parte será atrapar a una ondina. Quien llegué primero y atrape a una, será el ganador. - Dijo el pirata con un aire de victoria al ver la expresión preocupada de Sckaifer.
- Eh...sí, está bien - dijo Sckaifer, que seguía fingiendo sus emociones. - Pero ¿cómo
llegaremos hasta allá?
- Ése es tu problema, chiquillo - le respondió el pirata carcajeándose, se volvió, llamó a sus hombres para que se prepararan para la carrera y volvió a ver a Sckaifer. - Tienes 5 minutos para encontrar tu forma de transporte... a menos que quieras correr. Si ese es el caso, puedes empezar desde ahorita, te daré esa ventaja.
Sckaifer asintió con la cabeza agachada, pero no pudo evitar sonreír dismuladamente, cuidando que no se diera cuenta el capitán. Miró a Flay y ambos asintieron, como confirmando un acuerdo tácito. Todo iba como Sckaifer esperaba.

Mientras bajaban por la colina, Sckaifer le había preguntado a Flay cómo era que podía hablar con los animales, éste le respondió que no sabía, solo que lo había podido hacer desde que tenía memoria.
Sckaifer había esperado que el pirata escogiera una competencia en el agua, así que le preguntó también a Flay si podía comunicarse con animales acuáticos. "¡Claro! También puedo hablar con aves" le respondió Flay. Entonces, escogiera lo que escogiera el pirata, Sckaifer podría obtener ayuda de los animales; sabía que el pirata no jugaría limpio así que no le importaba utilizar algún truco sacado de la manga.

Ahora tenían que conseguir un animal acuático lo suficientemente veloz para vencer al submarino de los piratas.
- ¡Ya lo tengo! - exclamó Flay y salió corriendo hacia el río. Saltó hacia una roca que estaba a una corta distancia de la orilla y luego a otra y a otra hasta que llegó a mitad del río y sumergió su cabeza completamente en el agua. Momentos después sacó la cabeza, dió una gran bocanada de aire y la volvió a sumergir. Segundos después sacó la cabeza de nuevo y volteó a ver a Sckaifer con una sonrisa. Se puso de pie y regreso a la orilla saltando en las mismas piedras que usó para llegar a donde estaba.
- ¿Qué has hecho? - preguntó Sckaifer.
- Conseguí llamar al pez más veloz del planeta - respondió Flay con una sonrisa de oreja a oreja.
Apenas terminó de decir eso y del agua salió saltando un pez enorme, majestuoso, de un color azul metálico, una cola intimidante en forma de media luna y una aleta dorsal casi de la altura de Sckaifer.
- Te presento al pez vela - dijo Flay señalando con ambos brazos al enorme pez que estaba ante ellos.
Se acercaron a la orilla y Flay se comunicó con el pez para darle los detalles de la tarea.
- ¡Eh, chico! - gritó el capitán desde su submarino - La competencia empezará en 30 segundos, espero que estes listo.
- Lo estamos, señor.
- ¿Eh?... ¿qué demonios...? - exclamó el pirata al ver al pez vela que estaba frente a Sckaifer.
Al ver que ambos lo montaban, el capitán se apresuró a meterse en el submarino y dar ordenes para encender los motores.
Sckaifer se había subido de un lado del pez y Flay del otro. Ambos agarraban la aleta como si estuvieran en un velero.
Y así comenzó la carrera.
El submarino comenzó a moverse lentamente. En cambio, el pez ganó velocidad muy rápido.
- ¡Ahhhhhhh! - gritaba Flay.
- ¡Agarrate fuerte! Flexiona un poco las piernas y sepáralas.
- Eso intento - seguía gritando Flay.
Iban dejando atrás al submarino y Sckaifer comenzaba a preocuparse por algo en lo que debió pensar hace tiempo: ¿cómo atraparía a una ondina? Había escuchado poco de ellas. Lo que sabía era que eran ninfas juguetonas que se divertían con los humanos pero no tenían consciencia de que podían llegar a hacerles daño. Por tanto, eran peligrosas, aunque ellas no llegaran a mataran apropósito.
- ¡Flay! - gritó Sckaifer.
- ¡Díme! - respondió Flay desde el otro lado de la aleta.
- ¿Cómo atrapamos a una ondina? ¿Puedes hablar con ellas también?
- No lo sé, es otro tipo de criaturas, nunca me he topado con ninguna.
- De acuerdo... tendré que pensar en otra cosa. Pero igualmente intentaremos que hables con una.
- Eh... sí, esta bien.
Sckaifer volteó hacia atrás para ver si el submarino los seguía. Para su sorpresa y preocupación, así era. El submarino había ganado velocidad y se acercaba peligrosamente.
- ¿Podrías acelerar un poco? - Sckaifer le preguntó al pez, pero luego recordó que él no podía hablar con los animales. - Oh... cierto... Flay...
Flay había comprendido al instante lo que iba a decir Sckaifer, así que le preguntó al pez y al momento el pez aceleró un poco más. Lo que provocó que Flay casi se soltara de su aleta y gritara una vez más. Pero Sckaifer tenía muy claro en su mente lo que tenía que hacer... 
Volteó hacia el frente, se asió más fuerte la aleta y dejó que el pez siguiera avanzando a toda velocidad.
- Intentaré sentarme en el morro - dio Flay -. No quiero caerme. ¡Sckaifer! Ayúdame a sentarme en el morro.
- Dame la mano - le dijo Sckaifer pasando la mano hacia el otro lado de la aleta para agarrar a Flay.
Éste extendió la mano pero justo en ese momento el pez tuvo que dar un pequeño giro para esquivar una roca y Flay resbaló por el costado.
- ¡¡¡Flay!!!
Pero el niño había alcanzado a agarrarse de una aleta del costado y se aferró a ella mientras le decía al pez que no se detuviera.
- ¡Estoy bien! - grito Flay. - Intentaré sentarme en la parte trasera.
Comenzó a deslizarse poco a poco hacia la cola del pez pero era muy difícil, pues iba a gran velocidad. Pronto comprendió que tendría que soltarse de la aleta para llegar a la cola, pero era sumamente peligroso; si el pez daba otro de esos giros, no llegaría a agarrar la cola y saldría despedido sin rumbo fijo por el agua hasta que se detuviera y se hundiera o chocara contra alguna roca.
- Bien... tengo que hacerlo... - dijo para sí mismo. - A la cuenta de tres... 
- ¡Fly! ¿Estás bien?
- Sí, tranquilo. Ehm... pero si caigo, sigue sin mí, debes ganarle al pirata. - Y de nuevo se acomodó para soltarse de la aleta. - Uno... dos... ¡TRES!
Flay salió despedido hacia atrás a una gran velocidad... pero no alcanzó a agarrar la cola del pez.
En eso, Wasser salió del bolsillo de Sckaifer y se arrojó al agua.
- ¡¿Wasser?!
- ¡¡Allá voy!! - gritó la gotita que se había liberado de su frasco nuevamente. Alcanzó a Fly y juntó el agua de su alrededor para hacer una cama que lo transportó hasta el morro del pez y lo sentó (con un poco de dificultad).
- ¡Oh, gracias! Te debo una, gotita. - Dijo Flay.
- Descuida, niño. Ah, por cierto... me llamó Wasser.
- Ah sí, gracias Wasser.
Sckaifer no dijo nada, pero su corazón latía desenfrenadamente. La adrenalida de la carrera y el susto por perder a Flay estaban causando estragos a sus nervios. Wasser estaba esperando escuchar algún reproche por no haberse quedado como se lo pidió Sckaifer, pero éste no dijo nada.
Así siguieron el curso del río unos minutos más hasta que alcanzaron a ver a lo lejos la cueva de las ninfas. Y Wasser volvió a su frasquito adentro del bolsillo de Sckaifer.
- ¡Mira! ¡Ahí está la cueva! - gritó Flay.
- Sí... pero se me hace sospechoso algo... - respondió Sckaifer.
- ¿Qué cosa?
- No sé si es mi imaginación o los piratas han mantenido la misma distancia desde hace un buen rato.
- ¿Eh? No me he fijado en eso...
No dijeron nada más hasta llegar a la cueva. Se adentraron en ella y el pez los dejó sobre la roca, que era el piso de la cueva.
Más adentro se encontraba un estanque de varios metros de ancho y que se extendía más allá de donde la vista alcanzaba a llegar, donde se suponía vivían las ondinas, unos seres que se parecen a las sirenas.
- Bien... ¿ahora qué haremos? - preguntó Flay.
- ¿Puedes intentar llamar a una ondina?
- Este... sí... digo... lo intentaré - vaciló el niño y comenzó a llamar a las ondinas. Mientras, Sckaifer miraba hacia atrás esperando la llegada de los piratas. Y no tuvo que esperar mucho, segundos después llegó el submarino y estaba emergiendo lo suficiente para que saliera la tripulación.
Cuando hubo salido el capitá, éste le gritó a Sckaifer.
- Jaja, bien hecho, chiquillo. Debo aceptar que me impresiona que hayas conseguido a ese pez y que nos ganaras, pero aún no ha terminado el desafío.
"Se ve muy tranquilo..." pensó Sckaifer, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por Flay.
- ¡Sck....! digo.. ¡Mira! allá, creo que veo algo... - casi cometía el descuido de gritar su nombre enfrente de los piratas.
Todos voltearon a ver pero la penumbra era tal que no podían ver más que unos pocos metros hacia adentro. Segundos después notaron que algo estaba acercándose por el agua.
- ¿Pero qué...? - comenzó el capitán entrecerrando los ojos para tratar de enfocar mejor.
Poco a poco fue emergiendo del agua una figura de una mujer de cabello oscuro con un toque de azul y muy largo. Tenía los rasgos de la cara muy finos, las orejas puntiagudas y la piel era de un color muy claro. Llevaba ropa que parecía hecha con algas u otras plantas acuáticas. Flay se quedó boquiabierto. Nunca había visto a alguien tan hermosa.
- ¡Atrápenla! - bramó, después de un segundo de estar anodadado, el capitán pirata. Pero en cuanto sus hombres corrieron hacia ella con una red, ésta volvió a sumergirse en el agua.
- ¡Maldición! ¡Miren lo que han hecho! - les gritó el capitán - ¡Se ha escapado!
- Llama otra vez - dijo por lo bajo Sckaifer mirando a Flay, con cuidado de que no se dieran cuenta los piratas de lo que estaba haciendo el niño.
- Sí.
Esa vez tardó un poco más en aparecer pero el niño logró convencer a la ondina que volviera a la superficie.
- Dile que le prometo que no dejaré que se la lleven, solo quiero que me devuelvan a Eld. - Le dijo en un susurro Sckaifer a Flay.
- Mejor omitamos la parte de que puede que se la lleven... - replicó Flay. - Le diré que no permitiremos que le pase nada malo.
Hasta que por fin asomó su cabeza la ondina y vió a todos los hombres que estaban en la cueva. Tenía la expresión de miedo y desconfianza. En eso a Sckaifer se le ocurrió una idea para calmarla. Sacó una flauta de uno de sus bolsillos.
- ¿Eh? - se sorprendió Flay - ¿de dónde sacaste eso?
- De... un conocido me la dió.
En realidad, la había tomado de la cueva donde estaban platicando con el viejo que les iba a contar más sobre los hombre pájaro, pues la había dejado sobre la piedra antes de que se lo llevaran.
- Ah...
La limpió con su ropa y comenzó a tocar una melodía que resonaba en toda la cueva. Era tranquilizadora, muy clara. Tenía algunas notas que añadían un toque de emoción para después regresarte suavemente a disfrutar de una paz interna. Recordaba a las antigüas canciones celtas que tocaban como serenatas los campesinos a sus amadas. Flay quedó embelesado una vez más; nunca había oído a alguien tocar así. Le parecía una tonada perfecta. Ninguna nota fuera de lugar. Incluso a la ondina le gustó mucho aquella canción, pues se acercó hasta el borde del suelo de piedra donde estaban todos y se puso a escuchar con atención a Sckaifer, que tocaba con los ojos cerrados y se le veía muchísimo más tranquilo que de costumbre, se le notaba cierta paz que no había sido vista en él desde tiempo atrás. Pero nadie notó esto, pues nadie lo conocía desde ese entonces... excepto Wasser que salió inmediatamente antes de que comenzara a tocar.
"Ese es el Sckaifer de antes..." pensó la gotita.
Cuando Sckaifer terminó de tocar abrió los ojos y vio a la ondina frente a él y se sobresaltó un poco. Pero se controló y extendió la mano hacia ella. Los piratas no sabían qué hacer, estaban simplemente mirando la escena, sorprendidos por cómo Sckaifer había logrado obtener la confianza de la ondina y, sobretodo, por la belleza de ella.
- Esperen - les dijo el capitán lo suficientemente bajo para que Sckaifer no lo oyera.
Sckaifer logró que la ondina subiera a la piedra y le tomara la mano. Volteó a ver a los piratas y dijo:
- He ganado. Dev... denme la pluma. La he ganado justamente.
El capitán se acercó con cierta expresión de malicia.
- ¡Vaya, vaya! Creo que te subestimé muchacho. - Sckaifer presintió malas intenciones del aquél pirata. - Pero verás... creo que no me conviene darte la pluma...
- ¡¿Qué?! - gritó Sckaifer, pero antes de que pudiera hacer nada más, el pirata tomó del brazo a la ondina y la sujetó fuertemente contra él al tiempo que le gritaba a sus hombres que fueran a apresar a Sckaifer y Flay.
- Enciérrenlos en el submarino, éste chico será bueno para muchas tareas. Y ésta ondina me hará rico hasta las nubes.
El pirata todavía llevaba a Eld en su espalda para no levantar sospechas en Sckaifer antes de tiempo, pues ya tenía bien planeado que ya fuera que él mismo atrapara a una ondina o que el muchacho lo haría, él la obtendría al final y la podría vender por muchísimo dinero. Además de ganar a dos esclavos más. Pero ahora que ya no importaba levantar sospechas anticipadas, dejó a Eld en manos de otro pirata y se llevó a la ondina al submarino. Ella forcejeaba y gritaba pero no podía liberarse. Mientras tanto, otros piratas atrapaban a Flay y lo llevaban al submarino.
Otros estaban batallando con Sckaifer, pues sabía defenderse un poco mejor.
- ¡Apresurense! - les gritó el capitán a los que estaban batallando con Sckaifer. - No quiero tardar en volverme rico. Ah, maldición, tendré que hacerlo yo mismo. - Se detuvo y le dió la ondina a otros piratas que estaban junto a él - encarguense de ella mientras yo me encargo de ese chiquillo. Pero tengan mucho cuidado, si la dejan escapar los torturaré hasta que deseen la muerte y seguiré torturándolos.
Se acercó al pirata que tenía a Eld y se la arrebató de las manos.
- Eld... - susurró Sckaifer con ira.
- Tanto alboroto por una tonta pluma. ¿Ves lo que pasa por ser insensato? - dijo en tono burlón el capitán mirando a Sckaifer, quien estaba acumulando incríblemente rápido una furia descomunal en su interior. - Si te comportas, tal vez te dé algún día un pelo de esta pluma. Tal vez. - Seguía diciendo mientras retorcía a Eld sin cuidado alguno.
A Sckaifer se le retorcían las tripas de la ira que iba aumentando mientras el pirata se burlaba de él y maltrataba a Eld como si fuera una pluma cualquiera.
- Creo que esta pluma me ha concedido mis deseos sin que yo tuviera que hacerla arder - continuó el capitán. - Me pregunto qué podrá hacer por mí si la enciendo... pero primero me encargaré de la ondina. - Volvió a ver a Sckaifer y añadió con un sarcasmo perverso - Oh, no te enfades, ya te dije que si te comportas quizá te dé un poco de esta pluma. Es más, para que veas lo bondadoso que soy... te daré ese trozo ahora mismo... - dicho esto, intentó arrancar un pequeño trozo de Eld.
La ira dentro de Sckaifer llegó a su punto culminante, sus ojos ardieron con el deseo de destrucción mientras miraban al capitán. Soltó un grito, muy parecido al de una bestia, que retumbó tanto en la cueva que los piratas que lo sostenían lo soltaron para taparse los oídos. Dio un golpe en el suelo con tal fuerza que se hicieron olas del río y del estanque que estaba del otro lado de la cueva y el suelo se quebró, haciendo tambalearse al capitán. Sckaifer corrió con una increíble rapidez hacia él, lo tomó por el cuello y lo levantó. Le quitó a Eld, se la puso en la espalda y lanzó violentamente al pirata contra la pared y se dirigió hacia él. Pero en ese momento, los demás piratas habían salido del submarino para ver que pasaba. Al ver a su capitán tirado junto a la pared, arremetieron contra Sckaifer, quien, aún con la ira dentro de él, hizo temblar una vez más la piedra e hizo caer a todos los piratas. Corrió hacia el submarino y entró en busca de Flay y la ondina.
- ¡Ve por ellos, Sckaifer, yo detendré a los piratas! - gritó Wasser al salirse de su frasquito y lanzarse hacia el agua que ahora estaba en el piso de la cueva, pero Sckaifer no lo oyó. Wasser hizó de nuevo un lazo entre él y el agua para formar un remolino que atrapó a todos los piratas y los mantuvo así un rato. Poco después, la ondina salió corriendo directamente hacia el estanque, se sumergió y se perdió de vista. Pero Sckaifer no salía, ni Flay tampoco.
De pronto el submarino volvió a estar en marcha.
- ¿Sckaifer? - gritó Wasser.
- ¡Nos vamos, Wasser! - Espetó Flay, que acababa de salir corriendo para avisarle.
Ambos se metieron y Wasser dejó de mantener el remolino que tenía atrapados a los piratas.

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